Son pocos lo que se salvan en este año, los refuerzos han tomado más del tiempo normal de adaptación, la tarea de conocer el club y su gente, de los esquemas propuestos por Franco y el cambio de rumbo que sucedió con Figueroa, ha sido un verdadero tránsito insalvable por los que llegan al club. ¿Cuando se terminará este período de “adaptación”?
Poco acostumbrados parecemos de vernos en estas estadísticas negativas, que la prensa y las redes sociales están empecinadas en sacarnos en cara, en una especie de “empate” por lo ganado y los récords que tuvo la era Sampaoli. Y tal vez tengan razón en los números, pero en lo profundo de esta estadística está el desempeño individual de los refuerzos, cuyos rendimientos han sido por debajo de lo esperado en muchos casos, el único a mi parecer que salva con nota azul es Isaac Díaz, quien ha sido protagonista en el marcador, algunas otras en el trámite del partido, pero siempre ha estado presente con su ganas de triunfar y su amor por los colores.
Para los más encumbrados y caros refuerzos, está el caso de Fernández, que parece estar a la altura de los grandes 10 de la U, pero le ha costado más de la cuenta, primero porque no es protagonista en la cancha, no se adapta a las nuevas formas del juego y con poco espacio se diluye con intrascendentes pases al lado. Por otra parte, tampoco declara ante la prensa, no sabemos lo que piensa, lo que siente y lo que necesita para triunfar, tal como en la cancha, es una verdadera incógnita.
César Cortés es otro de los que alternan con el primer equipo, de rendimiento disparejo y con poca categoría para los pasajes más complejos del partido. No es capaz de sacar una jugada de habilidad pura y sus centros son más comprometidos con la exigencia de la línea de fondo que con el centro delantero.
Juan Rodrigo Rojas llegó con el cartel de puntal de los distintos O´Higgins, supo adaptarse ahí a jugar de segundo volante (atrás de Ramón Fernández) y también ocupó el puesto de volante de salida en la última temporada en el cuadro de Berizzo. Aunque son pocos los partidos de él, se nota cauto y timorato, sin “confianza” en su juego y sin nada de trascendencia en jugadas de riesgo para la U. Es una fotografía del momento, que seguramente mejorará, pero está muy al debe de lo que prometía al momento de llegar.
La contratación de Sills para mi es un misterio, ya que el puesto está cubierto por jugadores de casa y el Pepe Rojas. Llega a cumplir una “multifunción” de Franco, un jugador que puede jugar en las cuatro posiciones según el presidente de la institución, un refuerzo de categoría antes que conociéramos el nombre, pero la verdad es que está más que debiéndonos una demostración maciza de esto, está lejos de ser una real estrella en este equipo. Espero que me equivoque.
Así todo, sumado a los rendimiento colectivos muy por debajo de lo esperado, el cambio de técnico hace algunos días, los actos de indisciplina y relajo en el que estuvieron envueltos algunos jugadores y las derrotas consecutivas en este segundo semestre hacen que los peores fantasmas nos ataquen, los fantasmas del fracaso y la incertidumbre, los fantasmas de las cosas improvisadas, los fantasmas que rondan en la cabeza de los que entran a la cancha, los fantasmas del jugador de la U.
Para los más encumbrados y caros refuerzos, está el caso de Fernández, que parece estar a la altura de los grandes 10 de la U, pero le ha costado más de la cuenta, primero porque no es protagonista en la cancha, no se adapta a las nuevas formas del juego y con poco espacio se diluye con intrascendentes pases al lado. Por otra parte, tampoco declara ante la prensa, no sabemos lo que piensa, lo que siente y lo que necesita para triunfar, tal como en la cancha, es una verdadera incógnita.
César Cortés es otro de los que alternan con el primer equipo, de rendimiento disparejo y con poca categoría para los pasajes más complejos del partido. No es capaz de sacar una jugada de habilidad pura y sus centros son más comprometidos con la exigencia de la línea de fondo que con el centro delantero.
Juan Rodrigo Rojas llegó con el cartel de puntal de los distintos O´Higgins, supo adaptarse ahí a jugar de segundo volante (atrás de Ramón Fernández) y también ocupó el puesto de volante de salida en la última temporada en el cuadro de Berizzo. Aunque son pocos los partidos de él, se nota cauto y timorato, sin “confianza” en su juego y sin nada de trascendencia en jugadas de riesgo para la U. Es una fotografía del momento, que seguramente mejorará, pero está muy al debe de lo que prometía al momento de llegar.
La contratación de Sills para mi es un misterio, ya que el puesto está cubierto por jugadores de casa y el Pepe Rojas. Llega a cumplir una “multifunción” de Franco, un jugador que puede jugar en las cuatro posiciones según el presidente de la institución, un refuerzo de categoría antes que conociéramos el nombre, pero la verdad es que está más que debiéndonos una demostración maciza de esto, está lejos de ser una real estrella en este equipo. Espero que me equivoque.
Así todo, sumado a los rendimiento colectivos muy por debajo de lo esperado, el cambio de técnico hace algunos días, los actos de indisciplina y relajo en el que estuvieron envueltos algunos jugadores y las derrotas consecutivas en este segundo semestre hacen que los peores fantasmas nos ataquen, los fantasmas del fracaso y la incertidumbre, los fantasmas de las cosas improvisadas, los fantasmas que rondan en la cabeza de los que entran a la cancha, los fantasmas del jugador de la U.
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